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Miedo a los petardos

La verbena de San Juan y los días anteriores y posteriores a la celebración del solsticio de verano, es una época muy estresante y preocupante para muchos perros y, por lo tanto, para las personas con las que conviven. Aparte de generar un gran miedo, ansiedad y estrés en nuestros compañeros peludos, cada año se habla de un gran número de perros que, en su fobia y huida despavorida, se pierden por nuestras montañas o, peor aún, mueren atropellados al no percibir otro peligro que el de los fuegos artificiales. Algunos de ellos entran en un estado de pánico absoluto en busca de refugio donde poder alejarse del ruido tan terrorífico.

El miedo es una emoción primaria, básica, que está arraigada en todos los seres, tanto perros como personas o cualquier otro ser de nuestro planeta. Es un recurso que ha ayudado a los individuos a sobrevivir desde el comienzo de los tiempos, por lo que tiene su función y, como tal, es prácticamente imposible de erradicar o “curar”. Ninguna emoción se puede “curar” pero eso no quiere decir que no podamos ayudar a nuestro querido compañero a gestionar mejor dicha emoción.

Como todas las emociones, es algo muy subjetivo y propio de cada individuo. Es por ello que en Kanstak Educación Canina la base de todo nuestro trabajo es la empatía, la capacidad de ponerse en el lugar del otro, ya sea del perro o del propietario. Trabajando con miedos, esta empatía cobra una especial importancia; nunca debemos menospreciar ni ignorar el miedo de otro individuo. Algunas personas tienen miedo a volar y seguro que han oído decenas de veces el argumento de que estadísticamente es el medio de transporte más seguro; otras personas, en cambio, tienen miedo a las serpientes, insectos, etc. Las emociones, incluido el miedo, no son racionales para ningún individuo, y menos cuando éstos no pueden comprender la fuente de tanto ruido fuerte, errático, inesperado y poco común que no forma parte de su entorno cotidiano. Es precisamente esta impredecibilidad lo que provoca que la mayoría de los perros tengan miedo a la pirotecnia; es totalmente incontrolable y está fuera de todo tipo de rutina en nuestro ambiente.

A pesar de ser animales que viven en el momento, los perros, igual que cualquier otro ser, tienen la necesidad poder predecir los acontecimientos de su entorno y lo que pasará en un futuro próximo, ya que esto les aporta seguridad. Cuando no lo pueden hacer, pueden llegar a sufrir un sobre-estrés que impide que puedan gestionar su estado emocional correctamente alimentando automáticamente la ansiedad.

Si además tenemos en cuenta que el sistema auditivo del perro es su segundo sentido más desarrollado por detrás del olfato, cualquier ruido a una alta frecuencia puede llegar a causarle dolor físico. El perro puede oír de 10.000 Hz a 50.000 Hz mientras que el rango de audición del hombre es de 16.000 Hz a 20.000 Hz. Para más información, el perro puede escuchar un mínimo ruido a la misma distancia que el hombre multiplicado por 4. Con esta información podemos hacernos una idea del impacto que puede llegar a causar el ruido de un petardo en nuestro gran amigo.

A pesar de que el miedo no se puede erradicar por completo, está claro que se puede trabajar. Podemos ayudar a nuestro amigo de cuatro patas a gestionarlo mejor y poder sobrellevar este tipo de situaciones con más calma; aunque el miedo no desaparezca, es posible hacer que el causante de tal emoción le afecte cada vez menos. No obstante, no debemos esperar a que llegue la época de los petardos para trabajar esta patología con nuestro perro, sino que el trabajo debe empezar mucho antes y, como todo en la educación canina, caracterizarse por la constancia, coherencia, paciencia y extenderse en el tiempo, ya que es importante adaptarnos al ritmo de nuestro perro para hacer un trabajo de calidad. NUNCA debemos intentar acostumbrar a nuestro peludo a la pirotecnia haciendo explotar petardos en su cercanía; con obligarlo a afrontar su miedo de esta manera corremos el riesgo de generar un trauma irreversible. Es aconsejable acudir a un profesional de la educación canina que sea experto en tratar con este tipo de casos para que inicie el trabajo y nos pueda proporcionar pautas de cómo seguirlo día a día. Debemos entender que el tratamiento debe ser siempre personalizado. El protocolo a seguir depende siempre de su genética y carácter por lo que las pautas de uno no necesariamente son válidas para otro.

Como ya se ha mencionado anteriormente, no existen soluciones milagrosas cuando nos enfrentamos a emociones instintivas tales como el miedo. Si no hemos tenido la oportunidad de iniciar un trabajo para mejorar la gestión de esta emoción, lo que podemos hacer es aportar todo lo que esté en nuestras manos para aliviar el estrés y la ansiedad que sufren nuestros perros en estos días de celebraciones. Aquí te indicamos algunos consejos:

  • Mantener el perro controlado en todo momento. Si tenemos jardín o terraza, no dejarlo solo para evitar que quiera escaparse al escuchar un ruido fuerte. Durante los paseos evitar las horas de máxima actividad y utilizar arneses y collares de seguridad para evitar ningún tipo de huida en un momento de ansiedad extrema para el perro. En el caso de utilizar sólo collar, son muy útiles los collares tipo martingale, también conocidos como collares antiescape, ya que, una vez puestos, se ajustan al cuello de nuestro perro e impiden que puedan escaparse sin hacer daño. Debemos asegurarnos que nuestro perro lleve una chapa identificativa en el caso de que llegue a escaparse. La seguridad debe ser prioritaria durante el paseo.
  • Mantener la calma y aportar normalidad a la situación. Dado que nuestros perros nos observan continuamente, algunas veces para predecir acontecimientos, otras para saber cómo actuar en una situación determinada, hemos de mantenernos relajados y actuar como si no pasara nada.
  • Aportarle un lugar seguro en el hogar. Debemos dejar que nuestro perro busque el sitio donde se sienta más cómodo dentro de la casa; no obligarlo a estar en el lugar más céntrico con todos nosotros cuando su instinto le está diciendo que busque el rincón más cubierto y seguro. A los perros les gustan los sitios pequeños y resguardados para sentirse protegidos, por lo que muchos perros se refugian en el baño, debajo de la mesa, de la cama, etc. Es por esta razón que los transportines sirven, entre otras cosas, para ofrecer a nuestro perro ese cobijo que tanto les gusta si fuera el caso y nuestro amigo estuviera acostumbrado a tener este espacio personal.
  • Cerrar ventanas y persianas y generar otro tipo de sonidos para camuflar el ruido que llega del exterior. Para ello, podemos utilizar la tele, la radio o alguna de las listas de música que se encuentran en internet y que están especialmente diseñadas para ayudar a nuestros peludos a enfrentar estas situaciones.
  • Ofrecer juguetes interactivos de larga duración. Si el estado emocional de nuestro perro no es demasiado elevado, podemos distraerlo con uno o varios juguetes interactivos tipo Kong que contengan sus premios favoritos. Para este tipo de juguetes existe una gran variedad de rellenos y técnicas para que duren más tiempo. De esta manera podemos intentar positivizar al máximo los ruidos que lleguen desde fuera.
  • Alejarlo al máximo de los lugares más próximos a los ruidos (ventanas, etc.) y cerrar puertas para amortiguar al máximo el estruendo.
  • Incluir un poco de tila en su bebida durante algunos días.
  • No frustrarnos con su reacción.
  • Nunca enfadarnos con él y con su conducta.

Hoy en día existen establecimientos especializados que ofrecen cuidar a nuestros amigos en estos días tan difíciles para ellos. Pero si no te quieres separar de tu fiel compañero, quizá es el momento oportuno de regalaros unas minivacaciones juntos para disfrutar de un tiempo de calidad en un destino de montaña donde la pirotecnia esté prohibida.

Y si ninguno de estos consejos te convence o sufres demasiado por tu amigo de cuatro patas, ¡siempre te queda Kanstak! Todo el equipo estará encantado de ayudarte. 😊